Según la Agencia Internacional del Cáncer (IARC), esta enfermedad es una de las principales causas de muerte en el mundo. De hecho, de aquí a 2035 se esperan cerca de 15 millones de fallecimientos por año relacionados con los tumores.
Las cifras del estudio GLOBOCAN, publicadas en 2012 por la IARC, sostienen que la incidencia y mortalidad por cáncer están aumentando rápidamente en todo el mundo, especialmente en los países de ingresos bajos y medios donde se producen la mitad de los nuevos cánceres actuales.
Tal y como recogió el último estudio sobre las cifras de supervivencia global de cáncer (CONCORD-2), publicado en noviembre de 2014 con los datos de 67 países, la enfermedad es más letal en unas regiones que en otras, con una fuerte influencia del lugar donde residen los pacientes. Así, en los países con bajos y medios ingresos se producen 5,5 de los 8 millones de muertes anuales por cáncer en el mundo. En estas zonas, la mayoría de las personas fallece con dolor por falta de analgésicos, fundamentalmente opioides.
El trabajo confirma que la mayor parte de las diferencias “son probablemente atribuibles a la desigualdad en el acceso a los servicios de diagnóstico y tratamiento óptimos”. Porque si en un país rico el cáncer supone un enorme desafío, la situación se agrava en los más empobrecidos.
Para Marina Pollán, investigadora CIBERESP experta en epidemiología del Cáncer en el Instituto de Salud Carlos III, las desigualdades socioeconómicas en cáncer son un tema complejo. “En el ámbito internacional es fácil observar cómo en los países con un alto nivel de desarrollo existen importantes diferencias entre incidencia y mortalidad, lo que refleja que muchos pacientes sobreviven”.
“En el otro extremo –continúa Pollán– para los países con menos desarrollo las tasas de incidencia y mortalidad son mucho más parecidas, ya que la supervivencia es inferior. Pero aunque existen importantes discrepancias, a veces no se explican totalmente por el nivel socioeconómico”.