Durante las últimas décadas la prevalencia de peso bajo y malnutrición ha descendido en la mayoría de los países, a la vez que ha ido aumentando la obesidad, pero estos cambios presentan una magnitud muy diferente entre las diferentes regiones del mundo. Un nuevo trabajo internacional en el que han participado investigadores del CIBERESP, CIBEROBN y CIBERCV ha analizado los mecanismos que contribuyen a estas variaciones.
“El estudio parte de la hipótesis de que los cambios en la distribución global del índice de masa corporal (IMC) afectarían simultáneamente al IMC medio y a la prevalencia de peso bajo (un IMC < 18,5 kg/m2) y obesidad (definida como IMC ≥ 30 kg/m2). Sin embargo, variaciones en la forma y distribución del IMC -por ejemplo, ensanchamiento o estrechamiento de la distribución – modificarían la prevalencia de peso bajo y obesidad con solo pequeños impactos en la media de la población” explica José Mª Huerta, uno de los investigadores del CIBERESP que ha participado en el estudio.
Los resultados han sido publicados en la revista eLife y han contado con la participación de multitud de instituciones de diferentes países del mundo, entre ellos investigadores de varios grupos del CIBERESP en la Consejería de Salud de Murcia (FFIS), el ISGLOBAL, la Universidad Miguel Hernández de Elche, la Autónoma de Madrid y la Asociación Instituto Biodonostia.
Los autores encontraron que el aumento mundial de la obesidad y el descenso de la malnutrición responden a los cambios de la distribución del IMC de la población. Constataron, al mismo tiempo, un aumento evidente de obesidad, especialmente obesidad severa, así como de la de peso bajo persistente más allá de los cambios en la distribución en algunas regiones, relacionado probablemente con el crecimiento de las desigualdades sociales y las dificultades de acceso a alimentos saludables.
La tendencia en la prevalencia de peso bajo, obesidad y obesidad severa se guía principalmente por el desplazamiento de la distribución del IMC (cambio del IMC medio), con una contribución menor de los posibles cambios en la forma de la distribución. El estudio expone también algunas excepciones a este patrón, como el descenso en la prevalencia del peso bajo en el este y sudeste asiático y zona de África subsahariana, y el incremento de la obesidad en Oceanía.
Ante esta tendencia, los autores manifiestan que “se debe responder con acciones basadas en la prevención y el abordaje de todas las formas de malnutrición a través de restricciones fiscales y regulatorias sobre los alimentos no saludables, así como facilitar la disponibilidad y el acceso a alimentos saludables en aquellos con mayor riesgo de desnutrición y obesidad”.
El estudio apunta también que, aunque hay un componente genético del IMC a nivel individual, la genética explica solo una pequeña parte de los cambios a lo largo del tiempo, especialmente cuando la población tiene acceso a comida y ambientes saludables. Cuando nos encontramos en un ambiente obesogénico, una parte de la población gana más peso que otra, dando a entender que el entorno sigue siendo el principal causante de ello. “Esta relación entre predisposición genética y cambios en el ambiente podría dar cuenta de algunos de los excesos del incremento de la obesidad y la obesidad severa, más allá del efecto en el cambio en la distribución únicamente”, comenta María Dolores Chirlaque, jefa de grupo del CIBERESP en la FFIS de la Región de Murcia.
Los resultados de este estudio se corresponden con otros trabajos que utilizaban datos de mujeres en países de rentas medias y bajas, donde encontraron una fuerte asociación entre el IMC medio y la prevalencia de obesidad, y una asociación moderada entre el IMC medio y la prevalencia de peso bajo. Aproximaciones anteriores han estudiado los cambios en la distribución del IMC de la población según percentiles, umbrales específicos de IMC, etc. llegando a las mismas conclusiones: si la distribución del IMC se desplaza hacia la derecha (hacia la obesidad), la prevalencia del peso bajo se reduce más despacio que el incremento de obesidad.
Sin embargo, este trabajo destaca por ser el primer estudio global que analizó cuánto influye el aumento en el IMC medio frente a los cambios del perfil de su distribución en la prevalencia del peso bajo y la obesidad. Entre sus fortalezas, los autores destacan el alcance, los datos y los métodos: “usamos una cantidad sin precedentes de datos de diferentes regiones que cubren tres décadas teniendo en cuenta únicamente datos medidos sobre la altura y el peso para evitar sesgos en datos declarados por los participantes”.
“Existía la necesidad de realizar un estudio basado en la población, capaz de investigar simultáneamente tanto malnutrición como obesidad en relación con el IMC medio en diferentes regiones del mundo, para entender si el aumento de peso ocurre en todos los niveles de IMC o de manera desproporcionada afecta a los segmentos de la distribución con peso bajo u obesidad, y cómo varía este fenómeno geográficamente”, declaran.
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Diagrama de la contribución del cambio en el IMC medio al cambio en la prevalencia total de peso bajo u obesidad
Artículo de referencia
Heterogeneous contributions of change in population distribution of body mass index to change in obesity and underweight. NCD Risk Factor Collaboration (NCD-RisC). eLife 2021;10:e60060. DOI: https://doi.org/10.7554/eLife.60060