Los investigadores Ferrán Catalá-López y Rafael Tabarés-Seisdedos, miembros del Grupo de Investigación en Autonomía Personal, Dependencia y Trastornos mentales graves (TMAP) de INCLIVA y del CIBERSAM, han participado en un estudio sobre la psicoterapia conductal y el tratamiento farmacológico para mejorar los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
El trabajo ha analizado los datos procedentes de 190 ensayos clínicos publicados y no publicados (26.114 participantes asignados a 52 intervenciones diferentes, agrupadas en 32 clases terapéuticas) que han evaluado los efectos comparativos de múltiples tratamientos farmacológicos y no farmacológicos utilizados en niños y adolescentes con TDAH.
Los resultados primarios fueron la eficacia (respuesta al tratamiento) y la discontinuación del tratamiento (aceptabilidad). Los secundarios incluyeron interrupción del tratamiento debido a efectos adversos (tolerabilidad), así como efectos adversos graves y efectos adversos específicos.
Utilizando un enfoque analítico llamado metaanálisis de red (network meta-analysis), los investigadores encontraron que algunos tratamientos para el manejo del TDAH presentan diferencias en sus efectos.
Así, en términos de respuesta al tratamiento, la psicoterapia conductual (sola o en combinación con fármacos estimulantes), los fármacos estimulantes y los no estimulantes son más eficaces que placebo (o no tratar); pero los fármacos estimulantes serían mejores que los fármacos no estimulantes, la psicoterapia conductual o el entrenamiento cognitivo. Y a su vez, la psicoterapia conductual en combinación con los fármacos estimulantes tendría mejores resultados que los fármacos estimulantes o no estimulantes en monoterapia.
Por otra parte, entre los distintos fármacos, los estimulantes como el metilfenidato y la anfetamina, parecen ser más eficaces que los no estimulantes, como la atomoxetina y la guanfacina.
En cuanto a la interrupción del tratamiento, la psicoterapia conductual y los fármacos estimulantes, mostraron el mejor perfil de aceptabilidad. Sin embargo, la mayoría de los tratamientos farmacológicos, particularmente los estimulantes, se asociaron con anorexia, pérdida de peso e insomnio.
Los autores también han comentado que existe una falta de evidencia para el entrenamiento cognitivo, la neurorretroalimentación (neurofeedback), los fármacos antidepresivos, los fármacos antipsicóticos, la terapia dietética, los ácidos grasos y otras medicinas complementarias o alternativas.
Los investigadores han destacado que estos resultados apoyan las recomendaciones de las principales guías de práctica clínica europeas, como las del NICE (National Institute for Health and Care Excellence) del Reino Unido.
Los doctores Ferrán Catalá-López y Rafael Tabarés-Seisdedos han relatado que “puede existir diferencias clínicas entre el tratamiento farmacológico y no farmacológico utilizado para el manejo del TDAH infantojuvenil, aunque no se identificaron estudios de alta calidad que evaluaran los tratamientos disponibles. Aunque muchos de los estudios analizados presentaban limitaciones metodológicas, como un reducido número de pacientes incluidos y unos cortos periodos de seguimiento”.
Asimismo, los investigadores han destacado que los análisis no consideraron resultados importantes como la remisión o la recuperación completa como que los pacientes ya no cumplan criterios para el diagnóstico de TDAH, ni potenciales efectos adversos graves como efectos cardiovasculares, daño hepático e ideación suicida u otros aspectos como el consumo de drogas, la asignación de recursos y los costes económicos.
Además, "las incertidumbres sobre las terapias y el balance entre los beneficios, los costes y los daños potenciales, deberían ser considerados antes de iniciar el tratamiento. Además, existe una necesidad urgente de mejorar la investigación con ensayos clínicos de alta calidad sobre los múltiples tratamientos para el manejo del TDAH en niños y adolescentes", han concluido Catalá-López y Tabarés-Seisdedos.
Cabe destacar que, además de INCLIVA, han desarrollado el estudio la Fundación-Instituto de Investigación en Servicios de Salud, el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, la Red de Investigación en Servicios de Salud en Enfermedades Crónicas, la Agencia Española del Medicamento, el Instituto de Investigación del Hospital y la Universidad de Ottawa Canadá, la Universidad de Monash de Australia y la Universidad de Bristol de Reino Unido.